publicado en www.revistacolada.com.ar #19
ilustraciones Victoria Nana
Uno
-
Amigo,
hola. Soy yo.
-
Hola,
¿cómo andás? ¿Todo bien?
-
Sí,
bien, todo bien. Ehhhh… escuchame, tengo unas minas para coger, mañana al
mediodía.
-
…
-
Una
japonesa y una cordobesa, ¿vos podés?
-
Pero,
boludo, pará. ¿Cómo es la cosa? ¿Qué onda?
-
Son
unas minas de los recitales, están buenísimas. ¿Venís?
-
Yhhh…
escuchame, ¿a la noche no puede ser? Mañana es martes, loco, algunos tenemos
que laburar.
-
No,
no se puede, tiene que ser al mediodía. Pasa que están casadas y de noche no
pueden.
-
Ahhh,
viene picante el asunto.
-
Sí,
re, la japonesa es recontra picante.
-
Bueno,
de alguna manera me arreglaré ¿Vos dónde estás viviendo ahora?
-
En Cañitas.
¿Vos viniste ya acá?
-
No,
¿es cerca de Luis María Campos?
-
Sí,
justo, Luis María Campos y Chenaut, ¿ubicás?
-
No, pero
mañana ando por Congreso y creo que el sesenta me deja. Pasame después bien la
dirección por wasap. Che… ¿y vos ya cogiste con las pibas éstas? ¿Qué onda?
-
Seeeeh,
son dos campeonas. La japonesa es insaciable. Se dan besos, se chupan entre
ellas, te chupan a vos. Dos campeonas.
-
Joya.
Bueno, pasame entonces la dirección y a la una estoy allá.
-
Venite
tipo once que me acompañás a comprar unas medialunas que hay por acá y
desayunamos con las chicas. Ellas vienen once y media.
-
Dale.
Bueno, nos vemos y gracias por tenerme en cuenta amigo, eh.
-
Nada,
nada, abrazo.
Dos
Una amiga me
quería presentar a una amiga de ella y entonces armamos una salida. Yo tenía
que llevar a un amigo y ella a la flaca ésta. Arreglamos para el sábado a la
noche. A las once teníamos que ir al departamento de mi amiga que era por
Flores, Villa Santa Rita… más o menos por ahí, y allá iban a estar esperándonos
las dos.
Me encontré un
rato antes con mi amigo y, no sé por que, nos fuimos a cenar a uno de estos
lugares que a la hora de comer ponen manteles de tela y se quedan a mitad de
camino entre bar y restaurant. Creo que era por la plaza de Pappo. Aprovechamos
para ponernos al día porque hacía mucho que no charlábamos. Nos vemos seguido,
todos los lunes jugamos al fútbol, charlamos, pero bueno, no así, sentados y
tranquilos.
Ya yendo a buscarlas,
me acuerdo que hacía un frío terrible, debe haber sido la noche más fría del
año. Por mensajito quedamos que bajaban y nos íbamos a tomar algo por ahí.
La mina al final
estaba buena. Era boliviana, re morocha y marroncita de piel. El pelo, negro,
azul, le brillaba un montón. ¡Tetona! y con ese culo raro que tienen las
bolivianas y unos ojos negros re lindos, así medio chinitos. Mi amigo no estaba
tan entusiasmado como yo. Cuestión que terminamos arrancando a un bar medio
fashion que explotaba de gente. Tomamos cerveza, ponele roja, negra y así, y de
repente estábamos todos bastante picaditos.
En una, mi amiga
sale a fumar y yo cejeo a mi amigo para que la acompañe y allá va él. Cuando me
quedo solo en la mesa con la piba ésta, sin decirle nada le doy un beso, nos
miramos y se ríe y me da un beso ella. Entre risas hablamos alguna pavada y
seguimos a los besos. En eso vuelven los otros dos con mucho olor a pucho, se ríen,
joya.
- ¿A dónde
vamos? -les tiro.
-¿Quieren ir a
mi casa? -dice mi amigo- tengo unos vinos, cerveza y más cosas.
Fuimos, bebimos
y bebimos. Yo estaba contento con coger con esta piba, pero casi que me lo
pierdo porque en un momento como que se dio vuelta de tanto tomar. Parece que
no había comido nada y le cayó todo mal. Mi amiga la llevó al baño y a los diez
minutos (una eternidad) salieron, y la piba ésta ya estaba mejor.
Listo, a coger. Mi amigo y mi amiga en la
habitación, nosotros en el living.
Tres
Hoy volvía del
trabajo en subte, el A. Hasta la manija, como siempre y después de Once afloja.
Ahí la vi a esta mina. Morocha de ojos verdes con una súper mirada, de esas que
generan silencio y paralizan. Tenía un uniforme, así medio de azafata, que le
quedaba pintado. Camisa blanca que le trasparentaba un poco el corpiño de
encaje y una pollera corta azul oscuro con un bordecito muy finito celeste. Yo
no sabía si mirarle los ojos, las tetas o las piernas. Ella estaba desprolija, se la veía cansada, con
el día encima. Tenía la mitad de la camisa afuera y transpiraba bastante, todo
esto la hacía más linda todavía.
Cuando se bajo y se fue, vi que tenía una
espalda ancha arriba y muy finita en la cintura, de nadadora, o de tenista,
tipo Steffi Graf. ¿Trabajaría en un banco?, seguro en el Nación. ¿En Aerolíneas
Argentinas? ¿En OSDE? No sé, pero llegué a casa y me hice una paja pensando en ella.
Tres de tres
Las tres veces, enganchado, como dando vueltas
en una calesita que siempre da sortija, cuando acabé pensé en vos. Y eso que
hace rato que ya no estamos más juntos.