A través del vidrio de la puerta
vi un árbol en el patio.
Mi patio es de baldosas
pero estaba ahí.
Tan grande que abrazándolo
cubriría sólo un tercio del tronco.
La corteza oscura, casi negra
rugosa, con grietas largas y profundas.
Y muchas ramas con un montón de hojas de distintos verdes.
Abrí la puerta
quería sentirlo en los dedos.
Me senté en el piso sin dejar de mirarlo
y aparecimos en la terraza,
el árbol y yo, al sol.